El Templo de Karnak:
Su conjunto consiste de tres centros separados, cada uno rodeado por un muro de ladrillos crudos.
Su conjunto consiste de tres centros separados, cada uno rodeado por un muro de ladrillos crudos.
El más grande, que esta en el centro y ocupa una extensión de unas 30 hectáreas
(el santuario de Amón) es el que Diodoro de Sicilia afirma ser el más antiguo
templo de Tebas. Es también el que mejor se ha conservado.
A su izquierda, el santuario de Montu, el dios de la guerra, es un
cuadrilátero de unas dos hectáreas y media. Al otro lado está el santuario
dedicado a la diosa Mut, esposa de Amón, representada simbólicamente por un
buitre. El templo de Karnak es el templo de columnas más grande del mundo: un
monumento que podría contener, según han dicho eminentes historiadores, a Notre
Dame.
La parte más extraordinaria es sin duda la imponente sala
hipóstila[1] con sus 102 metros de ancho, sus 53 metros de
profundidad y sus 134 columnas de 23 metros de altura cuya decoración revelaba
el nombre de las divinidades a las que la figura del faraón consagraba
ofrendas. Los capiteles en forma de papiros abiertos tienen en la cumbre una
circunferencia de casi 15 metros y podrían dar cabida a unas 50 personas.
Durante la XIX dinastía, 81.322 personas entre sacerdotes,
guardianes, obreros y campesinos trabajaban para el templo de Amón. Varios
faraones se sucedieron en la realización de la sala hipóstila: Amenofis III
mandó erigir las 12 columnas de la nave central que sostienen los arquitrabes;
Ramsés I dio comienzo a la decoración, que fue continuada por Seti I y Ramsés
II.
Además de la sala hipóstila, se encontraban los obeliscos de
Tutmosis I (de los que hoy solo queda uno), con sus 23 metros de altura y un
peso de 143 toneladas. El que mandó construir su hija Hachepsut era aún más
alto. La "sala de las fiestas", el Akh-Menu de Tutmosis III es una
hermosa sala hipóstila sostenida por dos hileras de 10 columnas y una de 32
pilares rectangulares. Rastros de pinturas datables del siglo VI de nuestra era
han sido hallados sobre algunos de estos pilares y atestiguan que la sala fue
transformada en iglesia por una comunidad cristiana.
El conjunto de Karnak incluye además un lago sagrado de 120 metros
de largo en el que, según escribe Herodoto, los sacerdotes cumplían los ritos
nocturnos. En el ángulo noroeste del lago sagrado se encuentra el escarabeo
gigante, que simboliza el renacimiento del sol tras su victoria sobre las
tinieblas.
A unos cuantos kilómetros al norte de Luxor se encuentra el
enclave de Karnak, que constituye el ejemplo más grandioso y complejo de la
arquitectura religiosa del antiguo Egipto. En Karnak se observan tres grandes
áreas sagradas o recintos, en las que se construyeron los templos dedicados a
Montu, un antiguo dios guerrero local, a Amón, el principal dios tebano, y a la
diosa Mut que, junto a su esposo Amón y a su hijo Jonsu, formaban la tríada
tebana. La parte principal del conjunto la constituye el gran templo de Amón,
que probablemente se inició en el Imperio Medio, aunque adquirió dimensiones imponentes
en la época de la XVIII Dinastía.
Puesto que casi todos los faraones desearon ampliar y embellecer
el templo, en ocasiones destruyendo y reutilizando construcciones y estructuras
precedentes, la arquitectura del edificio resulta más bien complicada.
Comprende cuatro patios, diez pilonos, un lago sagrado y numerosos edificios.
El último faraón que llevó a cabo importantes trabajos fue Nectánebo I, en la
época de la XXX Dinastía: a él se deben el enorme pilono y la avenida de
esfinges con la cabeza de carnero (uno de los animales consagrados a Amón), a
través de la cual se accede aún hoy al templo.
El templo de Amón está orientado según un doble eje este-oeste y
norte-sur; el eje este-oeste, que comprende del primero al sexto pilono, seguía
la trayectoria del sol y simbolizaba el eje solar y celeste. El eje norte-sur,
que abarca del séptimo al décimo pilono, era paralelo al curso del Nilo e
indicaba el eje real o terrestre.
Desde el primer pilono de Nectánebo se accede al primer patio, en
el que Seti II y Ramsés III edificaron dos capillas de descanso para las
embarcaciones sagradas que, en la época de su construcción, eran externas al
templo. La cara oriental del primer patio está delimitada por el segundo pilono
y su puerta está flanqueada por algunas estatuas de grandes dimensiones de
Ramsés II, de las cuales la más impresionante, en la cara norte, fue usurpada
por el faraón Pinegem I de la XXI Dinastía (1504-1032 a.C.).
Superando el segundo pilono se entra en la parte más impresionante
del templo, constituida por la sala hipóstila -comprendida entre el segundo y
el tercer pilono- con sus ciento treinta y cuatro enormes columnas de más de 20
metros de altura, que simbolizaban el pantano primordial. La construcción de
esta parte del templo, que requirió más de un siglo, la inició Seti I, la
siguió Ramsés II y la completarion sus sucesores.
Atravesando el tercer pilono, construido por Amenofis III, se
accede a un espacio particular que marcaba el punto de encuentro de los ejes
sagrados del mundo: aquí el eje celeste se cruzaba con el eje terrestre y este
encuentro se marcó con cuatro obeliscos que mandaron levantar Tutmosis I y
Tutmosis II (de los cuatro hoy en día sólo queda uno, el de Tutmosis I).
Entre el cuarto y el quinto pilono (construidos en la época de
Tutmosis I) se encuentra un vestíbulo transversal, llamado antiguamente Uagit («el
verdeante»), adornado en origen con grandes columnas: aquí la reina Hatshepsut
mandó levantar sus dos obeliscos, de los cuales sólo permanece uno in situ.
Sobrepasado el sexto pilono, se llega a la capilla construida por
Filipo Arrideo (323-317 a.C.), hermanastro de Alejandro Magno, y se penetra en
el gran patio que se remonta al Imperio Medio, delimitado al este por el
Akhmenu, edificio construido por Tutmosis III en el que, además de la famosa
«Sala de las fiestas» se encuentra el llamado «Jardín botánico». Este último
está constituido por un conjunto de salas decoradas sobre todo con
representaciones de plantas y de animales de procedencia exótica
(principalmente de Siria y de Palestina, donde el faraón había emprendido
numerosas campañas militares), o bien de características extraordinarias.
Se ha discutido mucho sobre la función de este sector del templo
que no tiene equivalente en todo Egipto, pero la hipótesis más probable es que
los antiguos egipcios quisieran representar en estas estancias la variedad de
formas y de especies de la naturaleza, mostrando al propio tiempo su encuadre
en un sistema ordenado, característica esencial del universo.
Más hacia el este, fuera de la muralla que delimita el templo de
Amón, se observan las ruinas del templo amarniense constuido por Amenofis
IV-Akhnatón antes de abandonar Tebas por su nueva capital Akhet-Atón en Amarna.
En cambio, siguiendo el eje norte-sur, que se destaca del eje este-oeste a
nivel del espacio comprendido entre el tercer y el cuarto pilono, se penetra en
el patio denominado «de la cachette», donde en 1901 el arqueólogo francés
Legrain descubrió un escondrijo, en el que los sacerdotes de Amón habían vuelto
a colocar, probablemente en época ptolemaica, diecisiete mil estatuillas de
bronce y cerca de novecientas grandes estatuas de piedra.
El «patio de la cachette» está delimitado al sur por el séptimo
pilono a cuyo flanco se encuentra el lago sagrado, imagen del océano
primordial, del que fue creado el mundo: el remanso, en el que nadaban las ocas
consagradas a Amón, se alimentaba de las aguas del Nilo y servía tanto para las
abluciones rituales de los sacerdotes de Amón como para las evoluciones de las
embarcaciones sagradas.
Después del eje norte-sur están el octavo y el noveno pilono. Este
último lo edificó Harmais reutilizando para rellenarlo los magníficos bloques
decorados de los templos dedicados a Atón: un equipo franco-egipcio está
trabajando desde 1965 para reconstruirlo, tras haber llevado a cabo los
consolidamientos necesarios.
Al este del noveno pilono se encuentra el templo dedicado a Jonsu
que, junto con sus padres Amón y Mut, se veneraba en la tríada tebana.
El décimo pilono se asoma al recinto externo del templo, desde el
que se inicia un dromos de esfinges criocéfalas[2] que unía el
templo de Amón con el de Mut; de aquí partía un segundo dromos don esfinges
androcéfalas[3] que unía Karnak con Luxor.
Resulta difícil imaginar hoy la importancia y la riqueza del
templo de Amón en el momento de su máximo esplendor, dado que el patrimonio de
los sacerdotes de Amón, que alimentaban continuamente con las conspicuas
ofrendas al dios, del que los sacerdotes eran los guardianes, rivalizaba (y a
veces superaba) con el del propio faraón: según se relata en el Papiro Harris,
trabajaban más de veinte mil personas al servicio del templo.
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